viernes, 18 de abril de 2014

[MEX] Mi gran amigo Richter

Iba a esperar un poco más para volver a escribir, pero es que lo que ha pasado hoy debe contarse cuando todavía está fresco y tu corazón intentando superar el riesgo de infarto.

Hoy he vivido un terremoto.



Resulta que aquí es habitual que haya uno al año o incluso más en ocasiones. Pero claro, eso es algo que ni yo sabía, ni nadie se molestó en informarme ¿Para qué? Te dirán a todas horas que no lleves mucho dinero y no comas tacos de la calle... pero ¿Qué más da que cada 5 o 6 meses la ciudad amenace con venirse abajo? No es importante.

El caso es que Dios o la providencia ha querido que hoy me despertara como unos cinco minutos antes del suceso. Me han querido dar tiempo para prepararme. Pero yo no lo he visto venir. De hecho, no lo he visto venir ni siquiera cuando han empezado a sonar las sirenas de evacuación segundos antes de que todo empezara a temblar.

En mi mente, el tema de las alarmas éstas de guerra, siempre había adquirido un tinte muy dramático. Me imaginaba un sonido aterrador que te congela el alma y que te prepara para lo peor, y para lo que sea necesario delinquir cuando llegue lo peor. Vamos, lo que viene siendo una muerte anunciada. Pero no. Chicos no. La vida real no es así. Yo he oído la bocina, y he seguido tumbado la mar de tranquilo y sereno. Porque lo más importante en un día libre es aprovechar todo el tiempo que puedas estar en horizontal, hasta que tu espalda te diga "chaval, yo me hernio en 3...2...1..." y levantarte justo antes de que acabe la cuenta atrás. De hecho, tu mente está tan acostumbrada a los ruidos de la ciudad, que le da directamente al mute y la bocina de la salvación pasa a ser acallada como cuando tu madre te habla mientras estás viendo los Simpson.

Así que no ha sido hasta que todo ha empezado a moverse y mi cama a separarse y chocarse contra la pared, cuando mi cerebro ha decidido hacer conexiones sinápticas y entender qué estaba pasando. Tampoco creáis que esto ha sido muy rápido. Se ve que he perdido muchos reflejos, y de hecho, los cuatro o cinco primeros segundos de temblor me los he pasado pensando "Qué coño está haciendo el francés en su habitación para que mi cama se mueva tantísimo". Pero no me culpéis, ésto es un acto reflejo. Para nosotros, españolitos mimados por la geología, cualquier explicación se acepta antes que pensar que el techo se te va a caer encima en la misma cuenta atrás de tu hernia de espalda.

Aún así, ha llegado un momento en el que hasta a mí, sin ningún training previo en seísmos, se me ha hecho evidente que había que salir por patas. Así que, recién levantado y con lo puesto, he salido corriendo de mi habitación para encontrarme con la mayor cara de terror que he visto desde que Iván se cayó ladera abajo buscando espárragos. Mi compañera de piso, a la que la providencia había decidido no despertar cinco minutos antes. Después me ha confesado que de pequeña su mayor fobia era vivir un terremoto, y que dormía siempre con la sábana sobre la cabeza para protegerse. Las sábanas tienen un gran poder mental, pero a día de hoy todavía no sujetan las cuatro toneladas de edificio que te pueden caer en un derrumbamiento. Aunque, visto así, la admiro por no haberse meado encima en mitad de la huida.

Lo que viene a continuación es un poco absurdo, debo admitirlo. Porque, aunque ella y yo nos hayamos encontrado en mitad de un salón que estaba en plenas prácticas de danza del vientre con la palabra TERREMOTO escrita en nuestras caras, mi subconsciente todavía necesitaba una confirmación final.

- ¿¡¡Terremoto!!?
- ¡Sí!

Vale, el ser humano es un ser social, pero si ella me hubiera respondido "no"... ¿Habríamos suspirado aliviados y vuelto tranquilamente a nuestras camas? Lo dejo como reflexión en el aire. Sin embargo, ese no ha sido el caso, y mi siguiente aportación ha sido un grave "CORRE". Así que, por fin, después de firmar un acta oficial en la que asegurábamos estar viviendo un terremoto, hemos puesto pies en polvorosa hacia la calle donde ya estaban la mayoría de los vecinos (al parecer ellos conservan mejor sus reflejos, o comprenden lo que significa una bocina de evacuación... o ya llevan más de 5 o 6 meses viviendo en México).

Minutos después, todo ha vuelto a la normalidad. Se oyen los helicópteros sobrevolando la cuidad para valorar daños, aunque ya he leído que afortunadamente no son muchos y no hay víctimas. Yo por ahora, sigo vivo, sano y en plena forma, valorando mejor el tiempo que tengo después de todo esto. La verdad es que el susto te lo llevas, y grande, aunque ahora estoy bastante tranquilo. Rezo para que no haya ninguna réplica que vuelva a matarnos de la angustia. Y por vuestra parte, rezad por mí también, que, al parecer, no caerá en saco roto :)

¡Un sismo-abrazo a todos!

Fon.


domingo, 13 de abril de 2014

[MEX] The combi experience

Sólo fue una vez, pero lo hice. Lo viví. Elegí "combi" como método de transporte para ir el primer día a las prácticas. Comprendo que no sepáis de lo que estoy hablando, por que yo tampoco lo supe hasta que me topé con la realidad. Permitidme que os ilustre.

Aquí os presento a un grupo de combis muy majas reunidas en tertulia antes de comenzar sus respectivos trayectos por la ciudad sin ley.


Combis mexicanas en una conga.

Como veis, a ellas les gusta dar un aspecto retro de camioneta de los años 60. Es lo que se lleva aquí en el DF. Y ellas están a la moda de lo vintage. Pero aunque por fuera puedan parecer una cosa, no os dejéis engañar, por dentro están llenas de sorpresas. Y por llenas, me refiero a que donde caben 2 caben 3+10.


La belleza está en el interior.

Probablemente, al ver esta foto, habréis hecho lo mismo que yo cuando me asomé por primera vez: contar el número de espacios que un humano medio podía ocupar. Pero, esa forma de pensar, amigos míos, es un lujo que se permite aquel que se ha criado en el primer mundo. De hecho, si hubiera calculado bien, la combi habría zarpado nada más me metí, con las 4 o 5 personas que éramos dentro, y ¿para qué habría esperado más tiempo con la puerta abierta?

Cuando arrancamos, éramos 16 personas enlatadas, sorprendentemente todas sentadas, en un horno de metal, que transformaba los alrededor de 25ºC del medio día mexicano en la temperatura en la que debió de perder el conocimiento Juana de Arco.

La velocidad media de la combi, oscilaba entre los 1 km/hora cuando liadiaba con un atasco, y los 1 km/segundo cuando el conductor encontraba espacio para avanzar "sin obstáculos". Concluí que toda esta gente tuvo que demostrar un muy alto nivel de GTA antes de recibir el permiso de conducción de combis, y también que Koko tendría mucho futuro en el gremio. "Se la pega y aquí la palmamos todos" era el pensamiento que más espacio ocupaba en mi mente. Porque, a falta de cinturón, lo único que nos mantenía en el sitio eran los calentitos hombros de las personas sentadas a izquierda y derecha.

Pero lo realmente curioso llegó con la forma que tenían los ocupantes de pagar el trayecto. Cuando una persona consideraba que estaba lo suficientemente cerca de su destino, le comentaba al conductor el punto donde quería bajarse (y digo "comentaba" porque a veces no lo oía ni yo, aunque ellos se enteraban todos) y entonces... ocurría la magia. México es un país en el que, tanto antes de llegar como una vez allí, la gente te está constantemente bombardeando con la idea de que tienes que tener cuidado y evitar situaciones de conflicto. Así que... no hay que vestir muy elegante, no has de llevar cosas de mucho valor de forma visible, no mires constantemente el móvil por la calle, no lleves mucho dinero encima, etc. Pero ¡¡Weeey!! ¡Que todo eso era sólo fuera de las combis! Cuál fue mi sorpresa, al ver que el que pagaba le daba el dinero a quien tenía al lado, y éste al siguiente, y así sucesivamente hasta llegar al conductor ¡Vuelta incluida! Y no se perdía nada por el camino... El fascinante mundo interno de las combis.

La verdad es que fué una experiencia cuanto menos interesante y, sinceramente, me alegro de haber vivido un viaje en este peculiar método de transporte aunque sólo fuera una vez. Y también de que sólo fuera una vez. Ahora aprecio más que mi jefe pase a por mí en coche todas las mañanas :)

Pronto más,

¡Un combi-abrazo a todos!

Fon.


sábado, 12 de abril de 2014

El "diario"

¡Hola chicos!

Bueno, quien se crea que Rafa o yo vamos a escribir "diariamente" en este blog que levante la mano. Enhorabuena, por que se acaba de ganar una pequeña ostia por todavía no haber entendido como funciona la vida. Evolución.

Como correctamente habréis supuesto ya por el poco informativo título del blog, el escapista que tenemos por amigo y yo decidimos que podía ser una idea guay crear uno donde pudiéramos ir relatando anécdotas o simplemente pensamientos aleatorios en nuestros respectivos destinos ¡Así todos podéis estar igualmente informados!

Antes de que nos votéis en masa para el premio Pulitzer por nuestra gran iniciativa divulgativa, pensad que esto puede durar activo menos de lo que dura un "contad conmigo" de Iván.

Aunque en realidad, así entre tú y yo, los dos esperamos que funcione y que os guste leer nuestras chorradas :)

¡Un abrazo amigos!